
El pasado 12 de agosto, en una hermosa reunión en la que conmemoramos mi cumpleaños número 80, tuve el honor de estar rodeado de las personas que más aprecio. En medio de un ambiente lleno de emoción, quise compartir unas palabras que resumen lo que ha sido mi vida y lo que me impulsa a seguir adelante.
A continuación, les comparto el discurso que pronuncié ese día, con la esperanza de que mis reflexiones resuenen en ustedes como lo han hecho en mí.
Mi discurso a los 80 años
Hola… por segunda repetida, como gustan decir los cuyanos, ¡muy buenas noches!
Muchas gracias a todos y cada uno de ustedes, de todo corazón, por el honor que me brindan y la satisfacción que me dan al compartir juntos cuatro hitos o acontecimientos muy importantes y significativos en mi paso por la vida.
El primero, inevitable y decisivo, es haber nacido.
El segundo, es ejercer una profesión estupenda, inigualable, que amo y respeto cada día y que me permitió y permite vivir con dignidad.
El tercero, que pensaba omitir y mi conciencia no me lo permite, es la dedicación a la militancia política —la actividad más noble de los seres humanos—, con los avatares propios que la convicción genera.
Cumplo hoy 80 años desde el día que nací, un 12 de agosto de 1945 (el día de la Reconquista de Buenos Aires).
55 años, en carácter de titular del Registro Notarial Nº 55, desde el día que me fue adjudicado, el 1º de agosto de 1970 (el día de la Pachamama).
Y 60 años de militancia, a partir formalmente del 10 de agosto de 1965 (día de la Fuerza Aérea), cuando presentamos la AID (Agrupación Integralista de Derecho) en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.
Agosto. Siempre agosto. Siempre mucho.
Por primera vez, en las múltiples ocasiones que he hablado, empezaré por el final. Puedo y debo usar esas palabras tan precisas y tan elocuentes de Amado Nervo que señalan el ocaso. Entonces, con convicción, completa seguridad y bajo la suave luz del atardecer (que no enceguece), digo: “Vida, nada me debes, vida, estamos en paz”.
Antes de seguir, y ya habiendo expresado, quizá, lo más importante o fundamental, quiero transmitirles para que no se inquieten que, a pesar de llevarme a las patadas todo el tiempo con quien debió ser mi amiga y consejera —la síntesis—, hoy aplicaré a rajatabla este método. Promesa que cumpliré haciendo un esfuerzo que nunca hice: imponerme la brevedad.
En nuestro Estudio Notarial, que compartimos Karina y yo, hay en sus paredes cuatro inscripciones, cuatro conceptos o, mejor, apotegmas, que se han hecho carne en mí.
El primero, en su entrada o sala de espera, enseña: “Empieza con lentitud y persevera con firmeza”.
El segundo, en mi antedespacho, aconseja: “Lo cortés no quita lo valiente”. Ambos me acompañan desde la más tierna adolescencia.
El tercero, en una de las salas de escrituración, advierte: “Lo elemental es también lo fundamental”. Este rige desde la juventud.
Y, por último, el cuarto, ubicado en la otra sala de escrituración, hace emerger tres palabras: Serenidad, Sensatez, Solidaridad. Serenidad de espíritu; Sensatez en las decisiones; Solidaridad que implica Sensibilidad, Humildad, Respeto, Empatía. Las tres “eses”. Es más nuevo, tiene unos pocos años y pretende representar la madurez, la experiencia (que cuesta mucho y generalmente llega tarde); y, tal vez, la poca o mucha sabiduría que la longevidad pueda ofrecer.
Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que me han asistido y nutrido en este largo viaje de ser y envejecer.
Siento una suerte de privilegio y, también, una sensación de deber cumplido al haber transitado estos largos ciclos y poder llevarlos a cabo, completarlos y también —por qué no decirlo— cerrarlos; situaciones que celebramos esta noche.
Antes de concluir este agradecimiento, les ruego me permitan efectuar un homenaje sincero y sentido a quienes hace 52 años (el 25 de mayo de 1973) me acompañaron en la conducción de la Intendencia Municipal de nuestra querida ciudad. No se me olvidó, acá está el cuarto. No sé si el tiempo consentiría hacerlo después.
Ellos son:
- El único concejal vivo de los 10 que integraban el Concejo Deliberante, don Juveín Quiroga.
- Tres de mis nueve secretarios: el abogado Ángel Rafael Ruiz, el contador Mario Raúl Merlo y el médico Oscar Reynaldo Ojeda.
- También quiero mencionar con afecto y gratitud a:
- El hijo del dos veces presidente del Concejo Deliberante don Félix Maranguelo, Pedro Maranguelo.
- El hijo del inspector general con rango de secretario don Orlando Grillo, Palomo Grillo.
- El único nieto del jefe de Prensa, Difusión e Información don Nelfo Devalle, Facundo Devalle.
Y también para todos los que me acompañaron durante ese período (2 años y 10 meses): concejales, secretarios, profesionales, directores, jefes y empleados que, con grandeza y sin banderías políticas, pusieron siempre primero a Villa Mercedes, junto con mi permanente reconocimiento y admiración.
Sepan todos que los llevo conmigo y sigo aprendiendo de su nobleza y dedicación.
Y ahora sí, para ir al final:
Todos sabemos que la vida es lucha, compromiso y acción, y que no cesa hasta el último minuto. Su característica central y constante es el riesgo, y estamos al tanto de que quien renuncia a la lucha también renuncia a la vida.
Entonces, quiero desearles —desde esta membresía impensada de haber ingresado al Club de los Octogenarios, nada fácil y bastante inmerecida—, como regalo de tantos cumpleaños, de tantos aconteceres que la vida me concede celebrar y con toda mi alma, tres cosas:
- Que no renuncien a la lucha; la lucha es el alimento de la vida, es su componente esencial. Que siempre tengan un proyecto que los estimule, un objetivo que los aliente.
- Que nunca pierdan el entusiasmo por vivir. Es el diamante de la existencia: lo más valioso.
- Y, por último, que el fuego que moviliza el espíritu y las acciones, que pone pasión, decisión y garra, llegue para todos hasta el final. Eduardo Galeano cuenta una anécdota en la última página de su penúltimo libro: dice que en el techo de la habitación de un importante líder estaba escrita la palabra “ABRACADABRA”, como inspiración diaria para no olvidar, que significa QUE EL FUEGO LLEGUE HASTA EL FINAL. ABRACADABRA PARA USTEDES.
Y así, puedan ser plenos, alegres y seguros. Que la Lucha, el Entusiasmo y el Fuego —tres elementos principales en el camino a recorrer— los acompañen siempre en una buena vida o una vida buena, con esperanza, realización y amor, mucho amor.
Muchas, muchísimas gracias.